Dos y dos son cuatro

Temas acerca de todo lo inentendible y lo entendible

luisatounamuna

viernes, junio 30, 2006

LO HEURÍSTICO VERSUS LO GNOMÓNICO

El término heurístico viene del griego heurisco = encontrar. Es la raíz del ¡Eureka! (¡lo encontré!) de Arquímedes cuando, bañándose, intuyó su famoso principio:"todo cuerpo sumergido en un fluido más denso que él experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del fluido desalojado". Arquímedes generalizó y elevó a ley su experiencia personal.
El "encontrar" impremeditadamente el camino (o algo) sin buscarlo, sin seguir pasos lógicos, (o sea, sin nada que ver con "las reglas de la Aritmética") es un logro no pautado, ligado más bien a un hecho aleatorio puntual que motiva en un observador sagaz la intuición de una "feliz idea". Sólo los genios son luego capaces de desarrollar creativamente esa intuición. En el paso de lo particular a lo general o, lo que es lo mismo, en la generalización de hechos puntuales de observación a verdades universales está la clave del método científico de inducción trabado con el proceder heurístico.
Por el contrario, del proceder algorítmico sí que puede decirse que sigue los pasos reglados de la Aritmética. De hecho, el edificio de las Matemáticas se construye sobre algoritmos: desde los elementales algoritmos de la suma, la resta, la multiplicación, etc. (asequibles a los niños de escuela) hasta el cálculo diferencial o los enrevesados algoritmos de la mecánica cuántica (que muchos matemáticos avezados confiesan no entender).
Algoritmo es cada una de las correlaciones (aritméticas o algebraicas) entre números, ligados entre sí por uno u otro de los signos propios de la correspondiente operación; es decir por los signos +, -, x, :, , , etc. de la suma, resta, etc. Es natural que, en principio, los problemas matemáticos se resuelvan recurriendo al proceder algorítmico: una secuencia de pasos contados (determinados), basados en la deducción lógica que, llevados con rigor, conducen necesariamente al éxito. Dicho en otras palabras, las soluciones algorítmicas son lógicamente necesarias: si A es mayor que B, y B es mayor que C, lógicamente A será mayor que C. El proceder algorítmico coincide así con los pasos del método científico deductivo.
Se perfilan por lo tanto dos tipos de pensamiento; o mejor, dos modos (no excluyentes entre sí) de abordar y resolver cuestiones diversas: el heurístico y el algorítmico. El primero, que da más opciones a la libertad creadora personal (al azar, a lo imprevisto) no está rígidamente hipotecado por el método o pauta -por el seguir unos pasos contados-. Útil también para resolver problemas matemáticos, permite eventualmente saltarse etapas o introducir cambios que, de ser eficaces, posibilitan una solución más rápida. Aventura conductas nuevas que si de un lado presagian logros felices, de otro no excluyen la posibilidad del fracaso, El algorítmico, en cambio, a pesar de la rigidez de ser un proceder "cuadriculado", al no dejar al albur ni uno sólo de los pasos que conducen al resultado final, es un método más seguro.
En las últimas décadas, la informática se ha revelado como el campo de acción ideal para la intuición heurística. Antes, cuando aparecieron los primeros ordenadores personales de "piñón fijo", sin versatilidad ni potencia, los tanteos iniciales de los usuarios, pautados por la rigidez de los horriblemente traducidos manuales de instrucciones, eran inevitablemente algorítmicos: paso concreto tras paso concreto; y ay! si "picabas" por error la tecla que no era. Ahora, con miras a seducir a un mercado que genera ganancias colosales, potentísimos superordenadores, para llevar a buen fin cada una de sus cada vez mas numerosas funciones, permiten que el usuario opte, según su intuición, entre varios caminos posibles. Al diablo con el viejo proceder algorítmico de los rígidos "pasos contados". ¡Eureka! por la posibilidad de la creatividad heurística que permite ahorrar mucho tiempo -y el tiempo es oro-, si la intuición fue buena.
La diatriba entre lo algorítmico y lo heurístico está hoy de moda; y es aplicable en casi todos los campos de la actividad humana moderna. Vaya un último ejemplo a propósito de la ética médica que me toca de cerca. El proceso pautado que conduce al diagnóstico de las enfermedades y a su solución terapéutica sigue, en términos generales, los caminos del proceder algorítmico. Pero el ser capaz de evitar la angustia (un dolor que es del alma) que genera en el enfermo una relación áspera con su médico, requiere la intuición, sensibilidad y lisura que están en las antípodas de lo algorítmico. Indigna la desazón de familias que salen acongojadas de una consulta en la que el galeno (duro y cortante) informa sobre un problema grave utilizando no palabras balsámicas, sino coces. Ignorante de que el tacto heurístico es el mejor remedio que se puede administrar al que sufre.
En su pensar, en su argumentar, en su conducirse, cada persona es proclive ya a lo heurístico, ya a lo algorítmico. Sólo los más avispados son capaces de compatibilizar ambos métodos cuando se trata de hacer más rentables sus empeños. Dichosos ellos. (De mí, dice uno de mis hijos que soy rabiosamente algorítmico. Y él sabe de eso).