Dos y dos son cuatro

Temas acerca de todo lo inentendible y lo entendible

luisatounamuna

domingo, junio 25, 2006

ENTENDIMIENTO DE LO GNOMÓNICO

De entre todos los enunciados del Diccionario de la Lengua tal vez el único que conlleva el lexema gnomónico sea patognomónico. En semiología médica, un síntoma clínico (en definitiva un signo) es "patognomónico" cuando, como dice el diccionario: "es específico de determinada enfemedad a la que caracteriza o define". Así, un síntoma es patognomónico si permite la identificación (el diagnóstico) de una enfermedad con carácter excluyente. Sólo esa enfermedad presenta tal síntoma (que excluye la posibilidad de que trate de otra).
Las anteriores consideraciones nos han inducido a proponer la razonable extensión de lo gnomónico como concepto aplicable a cualquier signo que, con carácter excluyente, posibilite la identificación inequívoca de un aspecto concreto. Aclarando, sería gnomónico, con carácter general, todo signo (cualquier dato) que fundamente el reconocimiento seguro de determinado referente: un sujeto, un autor, una fecha, un hecho, etc. etc. Dicho de otra forma, lo gnomónico permite identificar con exclusividad lo que "pertenece a..." (y sólo a...); lo que es "propio de..." (y sólo de...); lo que tipifica, caracterizaa o es propio de "algo"; es decir, lo que equivale a sentar, achacar o hacer una atribución inequívoca. Con tal criterio, se podría etiquetar de cronognomónico el dato analítico del carbono 14 que permite precisar sin margen de error la antigüedad de un fósil o de cualquier otro vestigio arqueológico.
Pero, en un orden parecido de cosas, cabría también proponer que los datos o signos gnomónicos pudieran matizarse con prefijos varios que, en vez de aludir (como en los casos anteriores) al referente que identifican, aludan a la índole del signo. O, por mejor decir, de manera que el prefijo que precede al término gnomónico tenga que ver con la índole de la imagen sígnica percibida por uno u otro de los órganos de los sentidos.
Es claro que esas imágenes sígnicas pueden captarse:
1.- como datos de forma (morphos) o configuración, perceptibles visualmente.
2.- como datos audibles, captados por el oído.
3.- como datos ósmicos, perceptibles por el olfato.
4.- como datos de configuración, reconocibles por el tacto.
De acuerdo con tal criterio, cuando algun signo encuadrable en dichos grupos permita una identificación inequívoca, tendría que ser, respectivamente, adjetivado de: morfognomónico, (un retrato fotográfico), audiognomónico (la voz inconfundible de aquellos con quienes convives), osmiognomónico (el olor sui generis de cada flor), estereognomónico (el tacto que identifica si una superficie es plana o alabeada), etc., etc.
Y cabe la posibilidad de que un mismo signo gnomónico sea matizado con prefijos diferentes, según se aplique uno u otro de los criterios antes apuntados. Dentro del campo de la Medicina, por ejemplo, el soplo sistólico que se oye auscultando la punta del corazón y que es característico de la estenosis mitral, es un signo patognomónico porque permite diagnosticar sin ningún género de dudas, la patología responsable, y audiognomónico atendiendo a su percibirse por el sentido del oído.
Son innumerables los tipos de correlación entre un signo gnomónico y el referente al que delata con carácter exclusivo. Como más frecuentes cabe anotar la correlación:
a) de autor (el grafismo de una firma, el responsable de un texto o de una obra de arte gnomónicamente significativa...etc.)
b) de causa a efecto (la percusión de la tecla "do" en el piano produce el efecto audible correspondiente a su tono.)
c) de identidad (una fotografía respecto al sujeto retratado)
d) de rasgo característico (las huellas dactilares como signo morfognomónico o el timbre de voz como audiognomónico).
La interpretación de signos gnomónicamente excluyentes es unas veces tan fácil y directa como la comprobacción de un retrato fotográfico, el reconocimiento, por teléfono, de una voz inconfundible, o la de los políticos a los que se escucha unos pocos segundos a través de la radio. Otras veces, hay que recurrir a la alta tecnología. Por ejemplo, merced a la digitalización de las imágenes de signos gnomónicos gráficos o de audio y el subsiguiente tratamiento informático, se puede identificar la autoría de pruebas manuscritas, o la de voces captadas por uno u otro de los sistemas rutinarios, con el mismo rigor con que se identifica a un delincuente analizando sus huellas dactilares, se datan hechos o datos recurriendo al análisis del carbono 14 o se excluye una paternidad investigando el A.D.N. del sospechoso. En esos como en infinidad de otros casos queda patente el valor sígnico de lo gnomónico.

Las anteriores especulaciones, abordando desde el diletantismo lo postulado con mayor rigor por semiólogos avezados, alertan de que no sólo las imágenes visuales nuclean el contenido de la semiología. La multiplicidad sensorial de los datos de percepción traducibles a signos expande ese contenido a vastos campos que trascienden a su primitivo limitado concepto. La semiología se traba así con la globalización de la intercomunicación. Y, desde ese punto de vista, pudiera definirse no como la ciencia de los signos, sino como la ciencia del entendimiento sígnico de la convivencia.